El hombre más longevo de la región Ancash se encuentra en la provincia del Santa, y puntualmente en el distrito de Moro. Se trata de Teófilo Ayala Menacho, quien ayer viernes 5 de marzo cumplió 106 años de vida.
Hasta hace algunos años atrás don Ayala Menacho todavía recorría su fundo ubicado en el asentamiento humano San Cristóbal, sin embargo, en una de esos recorridos sufrió una caída que le causó una
fuerte lesión en la cadera que le resquebrajó por completo su salud.
A pesar de su condición sus hijos le prepararon una torta y un suculento almuerzo todo lo cual estuvo amenizado por las melodías de un músico de arpa y el lanzamiento de potentes avellanas que anunciaba a la vecindad la celebración del hombre más longevo.
Debido a su delicado estado de salud te lo mantiene en cama y a la pandemia del covid19 no pudo estar en la mesa para soplar las velas de cumpleaños. Ello no fue impedimento para que le cantarán el feliz cumpleaños respetando el distanciamiento y el uso de mascarillas.
Nelson Ayala Muñoz, uno de los cinco hijos de don Teófilo Ayala, indicó que su padre nació el 5 de marzo de 1915 en el distrito de Cáceres del Perú, caserío de Cosma. Para la obtención de su DNI le pidieron su partida de bautizo, dijo Nelson Ayala Muñoz.
Contó que su padre de joven disfrutó de su juventud participando en muchas fiestas, le gustaban las diversiones, entraba a la Plaza de Toros de Cosma como también en los denominados “arranque de buitre” viviendo intensas emociones. En una ocasión fue sacado a correazos de una corrida de toros por su papá, contó Nelson Ayala.
Su esposa falleció hace años, a los 85 años de edad. Entre sus platos de comida preferidos figuraban el picante de cuy, la carne de venado y gallinas, así como menestras y verduras lo que
contribuyeron a tener un organismo sano que le ha permitido vivir hasta ahora sin que se contagie incluso del covid-19.
Don Teófilo Ayala llegó a Moro en setiembre de 1970, se dedicaba a la compra y venta de ganado y le gustaba también la caza de animales como venados y aves silvestres, para consumo humano, según refirió su hijo que agradeció al Supremo creador por mantener con vida a su progenitor.